Friday, June 6, 2014

Wicked human rights infringement in Nihar, Bangladesh. Inicuo atropello a los derechos humanos en Nihar, Bangladesh








Nihar I Punji

by Fr. Joseph Gomes, OMI




In the Sreemangal tea plantations area under the District of Moulvibazar, there are two groups of populations. On the one hand the tea gardens workers, and on the other hand the Khasi Tribal people, who live in villages (punjis) enclaves in the tea plantations where they primarily cultivate betel leaves (a stimulant much appreciated in the entire Indian subcontinent). The first group lives in slave-like conditions, with very low wages maximum Tk. 68 per day (65 cents of euro), without the rights to own land or home, without the right to Labor Unions representation. The second group, the Khasi, has been living here for generations but do not have documents to prove it, and are at the mercy of the predatory tea companies, which constantly threaten to expel them from the land of their ancestors.

That is exactly what happened on May 30th in the Nahar-1 Khasi punji. Mr. Pijush Kanti Bhattacherya, the manager of the Nihar Tea Estate company (Abul Khayer Group of Industries), taking advantage that the Khasi men were out working in the fields, invaded the village in which there were only women and children, trying to evict them by force. The most infamous was that they mobilized for that their workers from nearby tea plantations, that is, they mobilized poor against poor. But no one expected that women and children were to stand up and defend themselves; there was fighting, violence, and some ten people were injured from both sides including four Khasi ladies, with such bad luck that one of the invaders died at the hospital three days later.

As a result, for several days Nihar Punji has been besieged by the police and the tea workers; no one could enter or leave, putting at risk the lives of children and elderly. Now violence seems to calm down, but the company Abul Khayer Group of Industries is trying to take advantage of the death (totally unwanted) of one of its workers to, once and for all, expel the Khasis and take possession of the village to enlarge the surface destined to the production of tea.

The Khasis are also reacting, supported by some organizations for the defense of Human Rights such as Transparency International Bangladesh, some local Indigenous Organizations, the Catholic Diocese of Sylhet and some Religious Congregations (Holy Cross, Oblates and Marist Brothers).

In this situation both the parties have filed cases against each other in Sreemangal Police station. Most of the Khasi men are in fear and out of the village in order to avoid arrest by police. Police from Sreemangal are going to the Khasi village practically every day and threatening by saying “if we do not find men in the village we will arrest women”. The Khasi women are very courageous and saying to the police in reply that “if you arrest us and put us into the custody take our children too along with us”.

We expect the traditional Right to own the land of their ancestors to be recognized.  Hopefully the tea companies will moderate their greed. Hopefully the managers will stop using their poor semi-slaves workers to invade the land of Khasis.  We hope the Government of Bangladesh will be sensitive to the existence of Indigenous peoples governed by a traditional ancestral law even without papers or written documents proving it. And we wish peace and harmony based on the respect for the human beings.
En la zona de las plantaciones de té de Srimongol, hay dos tipos de poblaciones. Por un lado los trabajadores del té, y por otra las gentes de la tribu Kashi, que viven en poblados (punjis) enclavados en las plantaciones y subsisten cultivando las hojas de betel (un estimulante muy apreciado en todo el subcontinente indio). El primer grupo vive en condiciones de semi-esclavitud, con salarios bajísimos, sin derecho a poseer tierra ni casa, sin derecho a representación sindical. El segundo grupo, los Kashi, han estado viviendo en este lugar por generaciones pero no poseen papeles que lo acrediten, por lo cual están a la merced de las depredadoras compañías de té, que constantemente les amenazan con expulsarles de la tierra de sus ancestros.

Esto es exactamente lo que ha pasado el pasado día 30 de mayo en el punji de Nihar. El capataz de la compañía Abul Khayer Group of Industries, aprovechando que los varones estaban fuera trabajando en los campos, invadió el poblado en el que sólo había mujeres y niños tratando de desalojarles por la fuerza. Lo más infame fue que para ello movilizaron a los propios trabajadores de las plantaciones de té vecinas, es decir movilizaron a pobres contra pobres. Pero nadie contaba con que las mujeres y los niños les iban a plantar cara; hubo lucha, violencia, y unas diez personas resultaron heridas por ambos bandos, con tal mala suerte que uno de los invasores resultó muerto después de tres días en el hospital.

A resultas de todo esto, durante varios días Nihar Punji ha estado sitiado por la policía y los trabajadores del té; nadie podía entrar ni salir, poniendo en peligro la subsistencia de niños y ancianos. La situación de violencia parece haber remitido, pero la compañía Abul Khayer está intentando sacar partido de la muerte (por nadie querida ni buscada) de uno de sus trabajadores para, de una vez por todas, expulsar a los Kashi y tomar posesión del poblado para agrandar aun más la superficie destinada a la producción de té.

Los Kashi también están reaccionando, con el apoyo de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos como Transparencia Internacional, algunas organizaciones indígenas locales, la diócesis católica de Sylhet y algunas congregaciones religiosas (Holy Cross, Oblatos de María Inmaculada y Hermanos Maristas).

Ambas partes han presentado cargos ante los tribunales. La mayoria de los hombres Khasi estan escondidos en la maleza por miedo a ser arrestados por la policia, que cada dia visita el punji con la amenaza de "arrestar a las mujeres si no encuentran a los hombres". Las mujeres, que son bastante valientes, les responden que "si nos arrestais a nosotroas tendreis que llevar tambien a nuestros hijos a la carcel".

 Ojalá que el derecho tradicional a poseer la tierra de sus ancestros sea reconocido. Ojalá que las compañías del té moderen su avidez por despojarles de sus tierras. Ojalá que los capataces dejen de utilizar a sus pobres semi-esclavos trabajadores para invadir la tierra de los Kashis. Ojalá el Gobierno de Bangladesh se muestre sensible a la existencia de personas que se rigen por un derecho tradicional ancestral aunque no tengan papeles o documentos escritos que lo acrediten. Y que reine la paz y la concordia basada en el respeto a la persona humana.

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